Podría ser perfectamente la recepción de un hotel boutique o el comedor de una casa payesa, sin embargo, es una clínica de estética dental con un diseño slow, un diseño que invita al sosiego, a la calma, a la tranquilidad, un diseño planteado con serenidad, respetando el medio ambiente, con materiales naturales, con una cuidada iluminación, en el que la vegetación tiene un papel fundamental, pero sobretodo, un diseño que incita a tocar, a sentir, a respirar y a disfrutar. Un mostrador nos recibe casi integrado en el propio espacio, con un frontal en madera maciza en bruto y una sala de espera con un asiento corrido que se mimetiza con las paredes. Todo revestido en un mortero de tierras naturales, en tonos neutros y asentado sobre un pavimento continuo que pasa desapercibido y que otorga el protagonismo a los elementos decorativos repartidos por las estancias, todos ellos, elementos únicos, con su historia, algunos creados in situ, como la luminaria circular que desciende del techo o las hornacinas decorativas y otros, traídos de pequeños artesanos en la propia isla, como piezas cerámicas, esculturas en madera, etc.